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andrino era un ecuatoriano nacido en Guayaquil, siempre respetuoso. Su trabajo lo hacía bien, era valiente en las alturas, pero siempre llegaba pasado las 7.15. El jefe le recordaba en tono sarcástico “a las siete huevón, a las siete”. No sabiendo que este infeliz andaba de las cuatro de la mañana tratando de alcanzar un bus para llegar a un Jardín de Infancia, donde se encargaba del aseo en general y desde ahí debía correr para tratar de llegar antes de las siete, para no tener que escuchar las letanías de su Supervisor, pero solo debía agachar la cabeza y pedir disculpas.
Su piel blanca ya tenía surcos, que acusaban no tanto sus treinta años, como los sinsabores de la vida. Muy joven había que-dado huérfano y un Cura de La Chala, Padre Hugo Vázquez y Almazán, lo había internado en un orfanato. Allí se había criado y crecido siempre con la idea de algún día tener una familia, una esposa y unos hijos; y de hecho lo logró cuando apenas tenía diecinueve años, pero su joven esposa, pereció ahogada a los pocos meses de su matrimo-nio, cuando la embarcación en que viajaba a través del Rio Guayas se hundió.
Continuó trabajando y cargando esa cruz de la soledad, se dedicaba a actividades sociales y culturales con los más necesitados a través del programa “Fe y Alegría”. Fue precisamente en estas acti-vidades donde conoció a Luz Bendita del Amor, una joven colom-biana, que se dedicaba a tareas similares en Los Valles del Cauca. Ella fue quien le inculcó la idea de viajar a Europa y un día decidieron partir con una maleta llena de esperanzas. Trabajaban codo a codo y en su tiempo de amar, nació el pequeño Moisés, un precioso retoño de piel canela con cabellos alborotados.
Todo cuanto ganaban era depositado en dólares. Ningún refresco, nada de cigarros, ni dulces, ni cine, menos cervezas, es decir, austeridad ciento por ciento, pues pensaban que al no tener clara su residencia, en cualquier momento sería la hora de la expulsión. Pero en dos años era mucho lo que habían ahorrado y se sentían tranquilos.
Sucedió un día en que Luz Bendita del Amor, paseaba con Moisés en los alrededores de un bosque, cuando una delegación de Migración se apersonó en el pequeño apartamento y Sandrino fue detenido junto a otros indocumentados de la zona. Directo a una especie de reclusorio, incomunicado y de ahí despachado a su patria, sin más equipaje que lo puesto y sin poder despedirse de su pequeña gran familia. Un nudo le apretaba la garganta, era un dolor indescriptible. Su esposa se enteró por medio de los vecinos, fue tan rá-pida la acción de los efectivos de Migración que Luz no atinaba a nada, sólo lloraba ante sordos clamores.
Fue al cabo de unas semanas que nos pudimos enterar que Sandrino había aterrizado en Quito, luego de haber pasado un sin fin de aeropuertos y varios días de un agotador viaje. En días recientes nos enteramos que Luz Bendita del Amor decidió irse al Ecuador con su hijito, ya que había contactado con Sandrino, y éste le comentó sobre los adelantos que había realizado para dedicarse a una actividad comercial en las afueras de Guayaquil, muy cerca del mar. Nos relataba que nunca habían comprado ni muebles ni artefactos eléctricos, todo cuanto usaban lo habían obtenido en los contenedores, donde la gente dejaba cosas que no podía arreglar o que ya no utilizaban.
Sandrino apostó guiado por su joven compañera y hoy a pesar de haber sido deportado se siente ganador; viajó a Europa, conoció de cerca las vivencias de ser extranjero, pero también aprovechó al máximo cada moneda que pudo ganar, tanto en los techos como en sus actividades de aseo en ese recordado Jardín de Infancia, que lo ha motivado a crear una institución con fines solidarios para niños de escasos recursos.
Dice que a veces los latinos no sabemos darle utilidad a todo cuanto nos rodea, tenemos tantas riquezas en nuestra naturaleza que no sabemos que hacer con ella, precisamente por desconocimiento. Por ello, insiste que su paso por estas tierras, han sido muy ejemplarizante y de hecho pudo llevar a cabo su proyecto de tener su familia, de la cual nunca más se separará y piensa que es bueno que Moisés tenga un nuevo hermanito.
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